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  • Foto del escritorAarón García

La creación de Playas de Rosarito y la lucha de los rosaritenses

Actualizado: 27 mar 2020


Por: Grace Rodríguez Estudiante de sexto semestre del Bachillerato Baja





Introducción


La municipalización de Playas de Rosarito ocurre el 29 de junio de 1995, instaurando esta fecha como el aniversario oficial de manera permanente y establecido para las futuras generaciones como el día en que nuestra ciudad finalmente se divorcia de Tijuana. De esta manera, es proclamada por el Congreso como entidad local independiente y soberana. Posteriormente se crea una división más en los mapas para destacar la presencia e individualidad de la zona, tomando forma para el estado, así como para el resto del país.


Todos damos por sentado la autonomía de la localidad; entendemos y vivimos la diferencia entre Rosarito y Tijuana, gozamos de identidades colectivas distintas: ellos son la frontera más transitada del mundo y tienen 1.3 millones de habitantes; nosotros, en cambio, somos famosos por las fuertes olas que rompen en nuestras playas, y contamos con alrededor de 108 mil 935 habitantes aproximadamente, de acuerdo a datos publicados por el Comité de Planeación para el Desarrollo del Estado (COPLADE). Uno de los bastiones de la economía local es el turismo, pero también somos testigos de la singular convivencia entre el alma campirana, ranchera y rústica del pasado rosaritense, con el caparazón citadino que poco a poco ha ido formándose a raíz de la urbanización del lugar; siendo así capaces de observar cómo estas dos facetas históricas de la región convergen para seguir influyendo en el progreso de la ciudad.

Per se[2], son varios, diversos y peculiares los rasgos que caracterizan a Rosarito y a sus habitantes, y esto se vio reflejado mediante el deseo de separación, de autonomía, que llevó al movimiento pro-municipalización. Es nuestra intención analizar los motivos que llevaron a las personas a participar en el movimiento, y qué efectos tuvo este en la población. Como un primer acercamiento, en esta ocasión utilizaremos el testimonio de la maestra Blanca Áviles, quien participó en el movimiento que llevó a la municipalización.


Desarrollo


Playas de Rosarito solía ser otra delegación más de Tijuana, con bellas playas, hoteles, y ranchos. Sus habitantes, según me cuenta Blanca Áviles, solían caracterizarse por su aire campirano; amables hacia la vida, amantes de la tranquilad que las olas, el sol, y los cerros ofrecían. Los caballos circulaban por las calles a la par de los autos, y los caminos no estaban pavimentados. El olor a mar y a tierra mojada volaba por encima de los hogares al caer la tarde y la gente caminaba con confianza, con una sonrisa en los labios, pues todo peatón que se encontrase de seguro sería su amigo, o compañero, o pariente, dado que aquí todos se conocían.


¨Era muy hermoso¨ dice Blanca con los ojos repletos de melancolía, recordando aquellos tiempos.


Para entender este aspecto de Rosarito, debemos remontarnos al pasado. Las misiones llegaron a mediados del siglo XVIII, y comenzaron a practicar la agricultura y ganadería para sostenerse. A pesar de dominar la zona durante algunos años, las misiones eventualmente desaparecieron a raíz de la causa independentista y los problemas que esta acarreaba a las órdenes religiosas. El poder que sostenía la iglesia en el área pasó a ser sustituida por la llegada de los ranchos. Estos, al principio, eran administrados por extrabajadores de las misiones o por soldados de cuera, quienes mantuvieron las actividades ganaderas y de agricultura.


Sin embargo, aunque las personas fueran buenas, y vivieran todos en santa armonía, la negligencia por parte de la cabecera municipal se hacía sentir. Me cuenta Blanca que mientras la población incrementaba, también crecían las necesidades de la delegación. A pesar de que Rosarito generaba ingresos suficientes, prevalecía la falta de servicios públicos, pavimentación, infraestructura, etc. Elementos básicos con las cuales no contaba la localidad. ¨No avanzábamos¨ fueron sus palabras.

Por su parte, la profesora Alma Ortiz solía contarme que ella y sus amigas transitaban en Rosarito en camiones desgastados y en medio de la terracería. Al admirar el paisaje podían darse cuenta de la ausencia de locales, edificaciones y negocios. Rosarito les parecía austero, tacaño al rellenar su campo de visión, comparado al panorama atiborrado que Tijuana les ofrecía todos los días; pero generoso si se trataba de cerros o del basto y sereno horizonte donde el azul del mar y el cielo se juntan, para finalmente bajarse en la costa y disfrutar de un día playero.


Supongo que todos podemos reconocer ese apego por el ideal de rancho dentro nuestros corazones, pero, aunque la convivencia fuera bella, y la experiencia tentadora para una joven de ciudad, los pobladores de Rosarito optaron por identificar el problema y pugnar por su resolución. Blanca nos cuenta un poco más acerca de los inicios del movimiento pro-municipalización:


El Comité Pro Municipio surge a raíz de un grupo de personas rosaritenses, [quienes] viendo el crecimiento de Rosarito y la problemática que teníamos, pensamos en que algo se tenía que hacer y pues, se pensó en que teníamos que promover la municipalización porque si no, no iba a haber avance en Rosarito, por las diferentes características que se tenían aquí en Rosarito. Y ese grupo de personas eran empresarios, éramos profesores, era gente del pueblo, ejidatarios, éramos gente....de diferentes niveles.


Entonces, de acuerdo a las palabras de la entrevistada, podemos corroborar que la municipalización surgió a raíz del sentimiento de inconformidad colectiva y la iniciativa ciudadana por resolver dichas inconformidades. Es decir, nace el disgusto en los individuos. Mediante pláticas, comentarios; simples patrones de comunicación humana, logran percatarse de que sus inquietudes no son personales, sino comunes. Sus problemas, de hecho, eran problema de todos. Y allí emergió este sentimiento de unión, y, en consecuencia, de poder. Pues la unión hace la fuerza, ¿no?


Para alimentar el malestar social, el gobierno federal emitió un Decreto de Expropiación para las tierras de Rosarito en 1981. Este pretendía cobrar los predios a sus propietarios actuales, de haber construido sobre ellos. De no estar ocupados, serían devueltos a sus ¨dueños originales¨, entendiendo como ¨dueños originales¨ a aquellos que el Decreto consideraba. La respuesta fue inmediata, y esta consistía en una gran ¨ ¡NO! ¨ de parte de la población rosaritense. Debido a esto surgieron diversas organizaciones, cuyo mero propósito era la defensa de los intereses de Rosarito. Así pues, en medio del proceso de lucha en contra de la arbitrariedad de los mandatos gubernamentales, se comienza a desarrollar la identidad colectiva rosaritense; dado que todas las personas pertenecientes a la comunidad podían identificarse con este evento político, que pretendía despojarlos de su patrimonio, y de cómo, unidos, finalmente lograron la derogación del Decreto.


Respecto al párrafo anterior y a la identidad colectiva, le pregunte a Blanca acerca de las principales diferencias entre un rosaritense y un tijuanense, su respuesta fue la siguiente:


Aquí como que la gente era más campirana, en Tijuana era como... y con todo respeto eh, porque nosotros también estamos medio agringados, pero allá era más, como más élite. Sin embargo, en Rosarito éramos gente más de rancho y en Tijuana eran como, se notaba la diferencia, aquí los muchachos los llevaba yo, ya después cuando era directora de una escuela, los llevaba a competir a Tijuana, y no aceptaban que los muchachos de aquí les ganaran, aún sin tener tanta preparación, ni tantos campos, y ganaban, ¿por qué? Porque los muchachos venían a la ampliación caminando desde la Aztlán, desde todas las colonias lejos; estaban impuestos a caminar, entonces íbamos a competir a carreras y les ganaban y no lo podían creer. Esa era la diferencia, los muchachos eran más naturales, la gente caminaba muchísimo, verdad, entonces creo que sí había cierta diferencia.


A fin de cuentas, los factores se van conectando hasta volver de la municipalización un asunto serio, y sumamente necesario. La gente deseaba sentirse respaldada y tomada en cuenta, dada la indiferencia de Tijuana hacia las necesidades de la localidad, y las recientes intenciones del gobierno por apropiarse de las tierras de Rosarito. Blanca también me comentó acerca de algunos factores muy particulares por los cuales se sentía la diferencia entre Rosarito y Tijuana, y la necesidad por independizarse:


Cuando vimos que no nos ponían atención los presidentes municipales de Tijuana, vimos que pasaban y pasaban los años y seguíamos siendo el pueblo, como decían bicicletero, verdad, es un pueblo bicicletero, y qué bueno, porque éramos bien felices, éramos muy felices así. Muy bonito Rosarito. Éramos como independiente de Tijuana, era una colonia muy independiente por todas las características hermosas que tiene Rosarito, tenemos nuestros cerros, nuestras playas, hay muchas cosas muy bonitas que no las tiene Tijuana. La geografía de Tijuana es muy diferente a la de Rosarito. Aquí todo planito. Eso fue lo que más [nos] orilló, pues para todo teníamos que hacer [trámites, actividades] en Tijuana. Yo me acuerdo que teníamos que esperar la burra, cada una hora y media o cada hora y ahí parados en la orilla de la carretera, porque ni siquiera taxis nos mandaban, entonces eso orilló a que nosotros lucháramos más por la municipalización.


Así pues, el 2 de marzo de 1983 un documento es expedido por alguna dependencia de gobierno en algún lugar de Tijuana; en papel color ocre, de textura rasposa, con tinta azul, de letras serias y toscas, era verdaderamente una hoja imponente, un soberano producto del sistema burocrático, el máximo representante; es… es una mentira, un ideal, una imagen evocada en mi cabeza al intentar traer a la realidad un documento de semejante importancia histórica. Lo siento lectores, pero no estoy segura de si el papel era de color ocre o no, y aunque desearía seguir dramatizando los hechos con mis intentos de volver a la municipalización un hecho legendario, sí puedo asegurarles que aquel papel no era cualquier papel: sino el certificado que avala la legitimidad del movimiento que cambiaría a Rosarito para siempre. Estamos hablando del acta constitutiva del Comité Pro-Municipio, este grupo de personas que durante años lucharían encarnizadamente por la independencia de la localidad, y su auto-administración. A la cabeza de esta asociación se encontraba Hugo Torres, el secretario era José Ibarra, y Bernardo Pérez ocupaba el puesto de tesorero. Blanca, nuestra entrevistada, también formó parte del Comité durante la lucha, y hasta la fecha sigue proclamándose integrante de esta agrupación, dada su experiencia me contó acerca de como se formó el Comité y quienes lo integraban:


Aquí empezó con ciertos actores que fueron los que nos invitaron, cómo antes nos conocíamos todos, éramos menos y empezamos en reuniones o coincidíamos. Entonces hubo un grupo: el señor Appel, el señor Torres, la señora Norma, doña Elena, el señor Guillermo García, etc. También nos invitaron a los maestros, ¿por qué los maestros? Porque nosotros tenemos mucha relación con tantos padres de familia, entonces nosotros éramos un factor para difundir todo lo que estábamos viviendo y los beneficios que podíamos obtener al lograr la municipalización


A su vez, se identificaron severas carencias, que de no resolverse, repercutirían negativamente en el desarrollo económico y social de Rosarito: se carecía de vigilancia policíaca suficiente; de una red de agua y drenaje que cubrieran las necesidades de la población y el turismo; prevalecía la irregularidad en la tenencia de la tierra y urgía la elaboración de un plan regulador que identificara y ordenara las zonas turísticas, industriales, comerciales y ejidales. (Arias, 2018, p. 89)


Estos datos le daban legitimidad al Comité Pro-Municipio y visión para comprometerse a lograr su cometido principal y acabar con tales penurias.


Blanca nos cuenta que la meta principal del Comité era y sigue siendo, hacer de Rosarito un municipio modelo: es decir, que sus estudiantes ocupen los primeros lugares en educación, que haya cobertura de servicios públicos, cero corrupción, equidad de género, entre otros factores. Para lograr dichos ideales, el Comité atravesó múltiples obstáculos, los cuales pueden traducirse en aventuras del carácter más aguerrido e impetuoso. Algunas de ellas hasta rozan en lo absurdo, como las tempestuosas lluvias que cayeron durante los dos primeros plebiscitos, o la mínima falta de votos para lograr el gane. Les explico brevemente: el primer plebiscito fue programado por el Congreso del Estado para el 8 de marzo de 1992. El hecho de que los deseos de la comunidad por independizarse fueran tomando seriedad hasta el punto de proyectar una consulta ciudadana y que la lucha fuera reconocida por el poder del Estado, despertó jubilo y esperanza en aquellos que anhelaban tanto la municipalización, es decir, el pueblo de Rosarito. Posterior a esto, se realizó una campaña promocionando el voto y difundiendo los beneficios que traería la municipalización, a través de volantes, folletos, gorras y calcomanías, cuales llevaban escritas diversas leyendas positivas y de apoyo. Incluso, algunos maestros e integrantes de la comunidad se presentaron ante el edificio del Congreso del Estado en Mexicali con pancartas cuales decían: ¨ROSARITO PRESENTE¨, haciéndoles saber a los legisladores que existía verdadera determinación de parte de los pobladores de Rosarito para efectuar la municipalización de manera exitosa, y finalmente deslindarse de la negligente administración tijuanense. Blanca nos cuenta un poquito acerca de estos eventos con motivo de la promoción del voto:


Hacíamos, me acuerdo bien bonito, que hacíamos festejos, era toda una semana de festejos hacíamos desfiles donde participaban las escuelas con carros alegóricos y todo inherente a la municipalización, donde participaba mucho la gente.


Todo era felicidad y ferviente pasión por la proximidad del plebiscito, por el día en que la voluntad del pueblo se escucharía durante el recuento de los votos; pero el eco de aquellas voces exigiendo la independencia de Rosarito se difuminó aquella mañana del 8 de marzo de 1992, con el triste chispitear de las gotas de lluvia; cuales estrellándose en el lodo, en los árboles, y los techos, inundaron el ímpetu social, fraguaron la batalla. Muchas personas acudieron a las urnas, pero muchas otras no, el lodazal y las tempestuosas condiciones climáticas no los dejaron salir. Fue un boycott de parte de las nubes; represión natural.


La ley exigía que el 50% más uno de las personas registradas en el padrón participara en el plebiscito para validar el procedimiento; y de 14 927 electores, 7 233 acudieron a votar, es decir, el 49% de los individuos enlistados en el padrón. Y el 92% de estas personas se pronunció a favor de la municipalización. Sí, el universo conspiraba en contra de los rosaritenses.


El segundo plebiscito se llevó a cabo el 13 de septiembre de 1992, esta vez el clima puso todo de su parte, y las votaciones acontecieron tranquilas, pero al realizar el conteo, la municipalización se vio frenada en sus trancas de nuevo: con un 94% a favor, 7 918 votos fueron contados, de 15 234 electores registrados en el padrón, es decir, ¡faltaron 200 votos para poder validar las elecciones!


Como resultado, el Comité comenzó a pugnar para que se eliminara el mínimo de votación exigido, argumentando Hugo Torres que: ¨en ningún país que viva dentro de un sistema democrático se le da mayoría al abstencionismo¨. Posteriormente se reformaron las leyes en 1993 y el límite de personas que debían acudir a votar bajó al 40% .


El 20 de marzo de 1994 los rosaritenses se toparon por tercera ocasión ante el ¨Sͨ y el ¨NO¨ que determinarían el futuro de la localidad. Esta vez el ¨Sͨ arrasó con las votaciones, el padrón, y la oposición. El 71.61% del electorado acudió a las urnas, y de estos, el 86.71% se proclamaba a favor de la independencia.


La alegría brotaba dentro de las personas, la satisfacción ante la perspectiva de una meta cumplida burbujeaba efervescente en los corazones de la comunidad. La lucha y los deseos habían sido tan grandes, la unión había sido tan evidente; los rosaritenses estaban por Rosarito, y Rosarito estaba por ellos. De una vez por todas serían reconocidos legalmente como una localidad ajena a Tijuana, para así poder resguardar sus intereses y desarrollar su economía. La población presenciaba el inicio de una nueva era, un hito histórico después del cual podrían hacerse llamar ¨V Municipio¨. Suena simple, pero en esos momentos, representaba todo por lo que habían trabajado.


El día 29 de junio de 1995, el Congreso del Estado aprobó la municipalización de Rosarito, y un Concejo se designó para su gobernación mientras se instauraba un presidente municipal durante las próximas elecciones en 1998. Como presidente de este Concejo Municipal quedó Hugo Torres. Blanca narró algo acerca del proceso de instauración del Concejo:


Cuando ganamos, más los festejos y expectativa por [saber] quiénes iban a ser los gobernantes, y ahí empiezan otras reuniones [acerca] de quienes iban a encabezar, pues como no eran tiempos de elecciones (estábamos fuera de), tuvimos un consejo que lo encabezó el señor Torres y gente de las que participaron en el Comité.


La sra. Áviles me contó sobre algunos de los cambios que sucedieron posterior a la municipalización, y uno de estos fue la constante emigración de personas buscando mejores oportunidades de trabajo, gente de todo el país, pero principalmente del centro, a tal grado, que hasta se estableció una etnia indígena originaria de Michoacán en la región. Todo esto llegó a enriquecer la cultura y diversidad del lugar, además aumentar el capital humano y aportar al crecimiento económico. También agregó lo siguiente:


Se empezaron a reflejar luego, luego los cambios en cuanto a infraestructura, se empezó a instalar drenaje, a pavimentar las calles, a iluminar las calles, se construyeron más escuelas, se mejoraron las que ya había; los COBACH, un Conalep, la universidad llegó hace poco… se cumplieron cosas por las cuales luchábamos y luchábamos y no se lograban: entonces sí se notó el cambio.


Al preguntarle acerca los cambios más drásticos entre Rosarito como delegación, y Rosarito como municipio, Blanca contestó lo siguiente:


Entre las cosas malas, al crecer y ser atractivo Rosarito, el hecho de que se utilizara para trasiego de droga, y que también no nada más fue trasiego, sino se empezaron a ver secuestros, trata de personas, mucho estadunidense. Hasta hace poco me enteré de que había ciertos grupos de rusos, de armenios; teníamos aquí en el puro centro de la ciudad una empresa que nosotros veíamos como que era antes el centro de convenciones y no, era antes una empresa, pero de puros rusos, que no trabajaban legalmente, eran cosas ilegales pues. Nos pusimos en el mapa y bueno, fue atractivo, fácil ¨ porque de aquí mato y me cruzo por acá¨. Entonces eso es uno de los puntos malos que digo: Rosarito se hizo atractivo para muchas cosas, también para cosas positivas: a mí me dio mucho gusto ver a Rosarito otra vez con muchos jóvenes, hubo un evento aquí en la playa de un… no sé si fue un DJ, o de BadBunny, y digo: ¿quién es ese? ¡Es un reggeatonero! Yo vivo en la colonia magisterio y se oía toda la música, a mí ya no molesta la música eh, porque antes vivía aquí pegadita al Hotel Rosarito, me arrullaban las olas del mar, clarito se oían, ya ahorita ya nos las escucho porque se acostumbra uno, imagínate la música, ya no nos molesta ni nos quita el sueño, pero me dio muchísimo gusto y yo le digo a la gente, ¨¿Por qué protestan?, se quejan de la economía, miren es fuente de trabajo, vámonos por allá por atrás, vas al centro de convenciones, vas al pabellón, vete por atrás, no te vengas por en medio si sabes que estará llenísimo¨, esos son los inconvenientes de los que la gente a veces se queja, pero los convenientes es que va la a economía, todo mundo tuvo entrada esta vez, hasta los eloteros, los taqueros ni se diga, entonces creo que son las cosa positivas y bueno tenemos que aprender verdad.


Así pues, Rosarito ha ido avanzando como ciudad, cada vez se construyen más supermercados y la población va aumentando. También podemos observar gran interés por el arte, niños y jóvenes asisten con dedicación a los cursos y talleres culturales impartidos por el IMAC, y el CEART. Muchas personas se esfuerzan por ver al municipio crecer, constantemente se abren nuevos restaurantes de todos los estilos, cuales amplían la oferta gastronómica. También se llevan a cabo proyectos de desarrollo comunitario con el afán de mejorar la calidad de vida de nuestros habitantes, y el Comité Pro-Municipio sigue juntándose todos los viernes para discutir las problemáticas que aquejan a la ciudad y así poder proponer soluciones. Todavía no es el municipio ideal, pero trabajando todos juntos podremos conseguirlo.


Hace 8 años que llegué a Rosarito, y poco a poco he ido aprendiendo a adorarlo; como hogar es acogedor, es pequeño y accesible; las personas son amables; la zona turística es pintoresca; el Blvd. Benito Juárez es diverso, ofreciéndonos variados escenarios a pequeñas distancias y transportándonos a través del municipio; los cerros y el mar se unen en la salida hacia Ensenada para crear un espléndido panorama; los atardeceres hipnotizan mientras los rayos del sol reposan dulcemente entre las ondulaciones del agua; los árboles se alzan orgullosos, aferrándose desesperadamente a su antigua gloria y predominación de la zona; el clima es algo voluble, pero dentro de lo que cabe agradable; la brisa refresca durante las tardes, las olas nos arrullan durante las noches, y el cielo nos inspira todas las mañanas. Amemos a nuestra ciudad.



Bibliografía:


Entrevista a Blanca Áviles por Grace Rodríguez, (02 de noviembre de 2018, Hotel Rosarito, Rosarito, B.C.)


Arias Pérez, Juvenal (Coord.), La Municipalización de Playas de Rosarito. Reseña histórica, RR Servicios Editoriales, Mexicali, B.C, 2018, pp. 160.

[1] Cifras de Rosarito, http://cronicaderosarito.mx/category/cifras-de-rosarito/, recuperado el 1/dic/2018.


[2] Expresión latina que significa “por sí mismo” o “en sí mismo”.


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