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La familia Magdaleno Ruvalcaba y el desarrollo gastronómico en Primo Tapia

María Luisa Ruvalcaba Mora y Alejandro Magdaleno Serafín conforman una de las familias más antiguas de Primo Tapia. Los padres de María Luisa, Emeterio Ruvalcaba Romero y María Guadalupe Mora Rodríguez habitaban ya la comunidad antes de la dotación del ejido; Alejandro Magdaleno llegó en 1957, bajo el cuidado de la señora Micaela Aguilera Topete, figura fundamental en el proceso de la creación y desarrollo del Centro Agrícola Primo Tapia.

Los padres del Sr. Alejandro, Magdonio Magdaleno Medina y Sofía Serafín Prado, quienes vivían en la colonia Libertad en Tijuana, comenzaron a trabajar con la señora Micaela Aguilera Topete creando una relación cercana, de manera que, antes de que los padres de Alejandro se mudaran a Primo Tapia, su hermana menor y él estuvieron una temporada acompañando a doña Micaela.

Alejandro Magdaleno nació en Tijuana, sus primeros años los pasó en la colonia Libertad; sobre ello compartió las diferencias que encontró en las dinámicas cotidianas al mudarse al Primo Tapia:


Yo tenía 7 años en 1957, todo era muy diferente entonces; ahorita es como si le quitaras el wifi o el teléfono a un niño; nosotros en la casa de la colonia Libertad no teníamos televisión ni radio, pero abajo con doña Miqui había luz, televisión, radio y teléfono. También había luz con nosotros, pero estábamos acostumbrados a ver las caricaturas a las tres de la tarde solamente, las aventuras de Superman, el Llanero solitario y el capitán de un barco que promocionaban los cigarros kent, o sea, como esas cuatro o cinco cosas mirábamos. Luego, cuando nos vinimos para acá, era muy diferente pues no había nada, estaba solo, solo tienes tus oídos, haz de cuenta que no hay nada y estás escuchando el ruido del silencio, lo que no puedes escuchar en la ciudad aquí lo escuchas y piensas que algo te está pasando, pero no, es el silencio de la zona.


Poco tiempo después me tocó ir a la primaria en Rosarito, después la secundaria la hice más tarde abierta; aquí fue de esa manera porque no había forma de trasladarse a Rosarito para seguir estudiando, no había. Estudié en la Abraham Lincoln, desde 1959 hasta 1964.


Así fueron esos primeros años, desde 1957 he vivido aquí, una sola vez me fui un año y medio. Soy de los únicos que han estado aquí en Primo Tapia desde esas fechas, al igual que la señora Concepción Tirado, compañera ejidataria. Cuando nosotros llegamos aquí, la familia Tirado ya estaba, su casa fue de las tres primeras que había.


Su permanencia, experiencia y cercanía con la comunidad a la que pertenece, junto con su esposa, María Luisa Ruvalcaba, les han permitido impulsar el desarrollo del turismo gastronómico:


Yo empecé a trabajar en el sector gastronómico en 1967, empecé como todos desde abajo en lo que era antes Cantamar, restaurante bar Cantamar, me tocó estar primero de lavaplatos y luego ayudante de cocina; después como velador y encargado de la limpieza; hasta que me pasaron al bar en donde por las mañanas hacía la limpieza y en las tardes me dedicaba a ser el ayudante del cantinero, preparaba los jugos, acomodaba cerveza, refrescos, surtía licor, lo que hace normalmente una persona que ayuda en el bar. Después de una pausa, en 1975 regresé a trabajar al mismo restaurante de Cantamar con Carlos Borja, el propietario, ahí estuvimos desde el 1975 y parte de 1976; en ese mismo año me fui a trabajar a la Quinta del Mar en el restaurante la Masía también en el bar.


Cuando yo terminé en Quinta del Mar quería abrir mi propio negocio y me vine exactamente al restaurante Don Pancho, hablé con el dueño, Carlos Galván—quien también es parte importante en la historia de Rosarito— convenimos en que le iba a ayudar y empezamos a trabajar, ahí duramos nueve años trabajando la cocina y el bar hasta 1989.


A partir de ahí fui parte del comisariado ejidal de 1989-1992 y, a la vez, en 1989-1990 fungí como subdelegado municipal en Primo Tapia, nada más como un año o menos, estuve administrando las actividades de la subdelegación. En ese entonces teníamos diferentes proyectos para mejorar la comunidad.


De este tema la Sra. María Luisa comenta:


Aquí se habían hecho muchas cosas, se constituyó una asociación civil Fundadores del Progreso, una fundación bien establecida que iban a adoquinar algunas calles aquí, hasta construyeron material. Hicimos un baile con los Tigres del norte; en ese tiempo habíamos hecho algo chiquito para el DIF, con un muy buen equipo.


Después de este periodo, continúa Alejandro:


Posteriormente movimos el concepto del restaurante Don Pancho a la avenida Primo Tapia, le cambiamos el nombre a Restaurant Casa de Alex; empezamos a vender lo mismo, pero como no mirábamos que hubiera mucha oportunidad en el negocio nos cambiamos a casa de mi hermana, al lado del jardín de niños de Primo Tapia, ahí estuvimos hasta 1995; entonces decidimos cambiarnos al km 38 del Morro, en ese lugar estaba Rubén, quien me rentó un lugar bien bonito con vista al mar. Ahí estuvimos dos años y medio. Tuvimos que retirarnos y nos vinimos para Primo Tapia dejando un poco de lado el negocio de restaurantes para trabajar en otra cosa como bienes raíces y en la cuestión ejidal. Fue hasta el 2012 que regresamos al rubro gastronómico apoyando a mi hija Xóchilt en este lugar, Restaurant Magdaleno´s ubicado en el Km 47.


Entonces con todo esto tenemos 50 años de experiencia en el movimiento de restaurantes en la zona de Rosarito. Me tocó a mí, por primera vez, poner a Primo Tapia en el mapa en 1989 porque todo mundo conocía Cantamar, conocían los arenales, pero como tal Primo Tapia para el turismo no existía, entonces nosotros trabajamos mucho con ECOS de Rosarito, antes era el Guardián de Rosarito, nos empezamos a promocionar con ellos y le pusimos “Primo Tapia Km 47 carretera Tijuana-Ensenada” y con periódicos americanos que imprimían en Ensenada, como el Ensenada News and views, entonces ahí en el mapa aparecía la Casa de Alex y Primo Tapia por primera vez.


Por su parte, la señora María Luisa también tiene una gran historia que contar sobre su estadía en Primo Tapia pues pertenece a una las familias fundadoras que trabajaron por su comunidad, de ello cuenta sobre la creación de la iglesia:


Mi mamá eso hizo fundó la iglesia, ella dijo aquí falta una iglesia y la hizo, no la construyó ella, pero trabajó mucho para que se hiciera. Empezó como el año 1962 o 1963, empezó a pedirle a la gente más pudiente, por ejemplo, a Don Alejandro Borja para hacer algo pequeño primero. Mi papá también aportaba, se dedicaba a rifar, tenía vaquitas, unas cuatro y cuando tenían becerritos los rifaba en baraja, con sus amigos; de ahí sacaba dinero para seguir construyendo la iglesia. Después mi mamá mandó a hacer con el señor Don Felipe Mancilla, le pidió a ese señor que le hiciera unas alcancías—mi mamá no leía, no escribía, pero era visionaria, era bien empecinada, decía voy a hacerlo y lo hacía— le hizo sus alcancías con la imagen de San Isidro Labrador porque mi mamá dijo que así se iba a llamar la iglesia.


Actualmente la familia Magdaleno Ruvalcaba sigue trabajando en el sector gastronómico y es un referente para la historia comunidad primotapiense.


Presentamos algunas fotos compartidas por la familia:



  1. El matrimonio compuesto por Emeterio Ruvalcaba Romero y María Guadalupe Mora Rodríguez en el KM 47, ubicación actual del Restaurant Magdaleno´s.

  2. Alejandro y su hermana Guadalupe en Tijuana.

  3. María Luisa Ruvalcaba Mora y Alejandro Magdaleno Serafín, junio de 2021.

  4. Actual fachada del Restaurant Magdaleno´s



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