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  • Foto del escritorAarón García

¿Por qué celebramos la fundación de Rosarito con la fecha 14 de mayo de 1885?


Fachada de la Antigua Casa Machado, en la zona histórica de El Descanso, 1978.

El oficio del historiador(a) conlleva una serie de retos de interpretación sobre acontecimientos y procesos históricos. Dicha disciplina, aunque en lo superficial se perciba como una mera labor de reconstrucción de datos y narrativas, es sin duda una de las más importantes para la comprensión de nuestro entorno, de nuestra vida y de este mundo a través del andar histórico de los seres humanos. El pasado es ,pues, reconstruido, comprendido e interpretado, y así, aprendemos el significado de una vida presencial en nuestro municipio, Estado o país.


El desarrollo de nuestra historia local da cuenta de lo anterior. A pesar del naciente carácter institucional que tiene Playas de Rosarito para la preservación de su pasado (ahora con el Archivo Histórico que inició a operar el 2 de enero del 2018), diversos actores en el ámbito público, cultural y académico, han sumado esfuerzos para interpretar el pasado rosaritense. Sobre esto destaca la fecha de fundación de Rosarito: 14 de mayo de 1885.


Hagamos a continuación un repaso de las valoraciones históricas designadas para oficializar esta celebración que se realiza año con año.


En contexto, hay que decir que la primera mitad del siglo XIX mexicano sufrió una serie de cambios políticos y coyunturales. Después de la consumación de la independencia de México, los gobernadores del antiguo régimen colonial debían jurar lealtad al nuevo gobierno; se convocaron a los oficiales de los presidios y al sector misional. Para el 22 de noviembre de 1823, el capitán Luis Argüello, de la compañía militar de San Diego, fue designado jefe político de las Californias. Durante su cargo, precisamente el 18 de agosto de 1824, el gobierno mexicano promulgó la ley de colonización que tenía como objetivo poblar las tierras de la nación. Esto permitió que gobernadores de los territorios concedieran tierras ociosas a mexicanos o extranjeros, siempre y cuando solicitaran y pudieran trabajar sus propiedades con actividades de vivienda y agricultura. En ese sentido, dicha ley otorgaba certidumbre sobre la tenencia de la tierra, ya que cualquier individuo que aceptara la ciudadanía mexicana y el catolicismo, podía solicitar once leguas cuadradas de terreno. Finalmente para el 31 de enero de 1825, Argüello fue relevado de su cargo como gobernador por José María Echeandía y a poco tiempo de su llegada a la gubernatura propició la formación de un sector de rancheros, concediendo títulos de propiedad como lo fue en el caso de Santiago Argüello y el rancho Tía Juana (Piñera y Rivera, 2012, pp. 29-30).


Pues bien, en la memoria del primer simposio de Historia de Rosarito, el periodista Pedro Arias Guzmán menciona que el periódico San Diego Union, con fecha del 7 de marzo de 1874, publicó que Don José Manuel Machado era propietario de El Rosario y que le fue otorgado en propiedad el 14 de febrero de 1827 por el gobernador Echeandía, justamente, con una extensión de once leguas.


A pesar de que el título concedido a Manuel Machado en la fecha anterior pudiera dar constancia de la fundación de Rosarito, la inestabilidad política del centro del país provocaron una serie de factores que invalidaban los títulos de propiedad de los rancheros en esta región. En el caso particular de los Argüello, se veían obligados a gestionar con las diversas autoridades en turno de manera repetitiva la confirmación de su título del rancho Tijuana. Por ejemplo, el presidente de la República, Ignacio Comonfort, promulgó un decreto el 10 de marzo de 1857 que anulaba las ventas anteriores de terrenos baldíos efectuadas en Baja California, por lo que dichos titulares del rancho Tijuana tuvieron que hacer un refrendo de esta propiedad. Fue hasta el primero de junio de 1861, en la presidencia de Benito Juárez, cuando se confirma nuevamente el título (Piñera y Rivera, pág. 30).


Respecto al Rancho El Rosarito, Pedro Arias aclaró lo siguiente:


"La tenencia de la tierra en esta región siempre fue precaria, por los cambios de la situación política en el centro del país, se invalidaban las títulos anteriores y se debía cumplir nuevamente con una serie de requisitos para obtener el reconocimiento de la propiedad. En 1863, siendo presidente de la República el Lic. Benito Juárez, por conducto de don José Matías Moreno, nuevamente se regularizan jurídicamente las posesiones de los terrenos exmisionales, adjudicándolos en propiedad de los poseedores, con fundamento en las leyes de desamortización de los bienes del clero, de 12 y 13 de julio de 1857. A la muerte de don José Manuel Machado [en 1852], sus herederos no llevaron a cabo la liquidación de la sucesión y por tanto no se pudo determinar jurídicamente la repartición de los bienes entre sus herederos, quedando irregular nuevamente la posesión de 19,311 hectáreas del Rancho El Rosarito", por lo cual don Joaquín Machado Valdéz, uno de los once hijos de don Manuel Machado, promovió en 1879, ante la Secretaría de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, en representación de los hermanos coherederos, la adjudicación del rancho, denunciándolo como baldío [...] como término a su promoción, don Joaquín Machado logró la adjudicación del presidente Porfirio Díaz, lo que se hizo constar en un título de propiedad".


En ese margen, el 14 de mayo de 1885 se registró formalmente en el registro público de la propiedad de la Ensenada de Todos los Santos, cabecera del Partido Norte de Baja California, dicho título de propiedad.

Ésta fecha es propuesta como fundación de Rosarito, ya que se cuenta con el uso e interpretación de documentos y el análisis del contexto político del resto del país que influyó en la península californiana. Con el Primer Simposio sobre la Fundación de Playas de Rosarito realizado el 8 de junio de 1991 por la Sociedad de Historia de Rosarito, A.C y el Instituto de Investigaciones Históricas, UABC, a través de una serie de becarios tesistas, quienes eran pasantes de la licenciatura en Historia por la UABC (Humberto Araiza López, María Corina Mijares Velázquez, socorro Acevedo Ramírez, Bibiana Santiago Guerrero y Aldo Maldonado López) y Jorge Martínez Zepeda como asesor y José Armando Estrada Lázaro como asistente, salió a la luz una serie de investigaciones conocido como "Proyecto de Historia de Rosarito", que de acuerdo a Zepeda, se buscaba que la investigación ayudara sustancialmente a la propuesta correspondiente sobre la fundación, con una revisión exhaustiva y analítica de las fuentes primarias.


Sin embargo, como toda reconstrucción histórica, queda también al margen de nuevas interpretaciones que generan nuevas preguntas y distintos horizontes de investigación. En ese sentido, no se descarta la posibilidad del revisionismo histórico incluso en procesos locales.



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